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España

En el aire la incógnita de la droga: la asesina de Carrasco la guardó a cambio de ayuda para comprar un arma

Efectivos de la policía junto al cadáver de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco

Un favor a cambio de otro favor. La autora confesa del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, asegura que las siete bolsas con marihuana que aparecieron en el domicilio de su hija, Triana Martínez, también implicada en el crimen, se las había dado un hombre con el que coincidía habitualmente en un bar y al que había querido comprar un arma con anterioridad.

En declaraciones a la juez que instruye las diligencias recogidas por la página web leonoticias.com, Montserrat González aseguró que "era un simple favor a cambio de otro favor". "Me pidió que se las guardara, me imagino que para no tenerlas él. Me pidió ese favor a cambio de que si un día necesitaba una pistola me dijo que me ayudaría. No pensé que hacer ese favor fuera un delito. Sólo pensé que era un favor por otro aunque no obtuve nada a cambio. Quizá lo hice porque soy tonta".

Esta nueva hipótesis no despeja la incógnita del casi medio kilogramo de marihuana hallado durante el registro del domicilio de Triana Martínez pero ha llevado a descartar que la droga fuera para venta a terceros o incluso que fuera para consumo propio por los dolores de espalda que sufría debido a una reciente operación.

Son dos hipótesis que han echado abajo madre e hija durante los interrogatorios. Montserrat González afirma que no la droga no era suya ni para su consumo. "No fumo. Aunque de vez en cuando me he fumado algún porro en algún bar. Hace años que fumé mi último porro". 

Además, la madre sostiene que el día que llevó la marihuana a casa, Triana no estaba en el domicilio y la guardó en una habitación. "No se lo dije a mi hija, pero ella nunca me dijo que oliese a marihuana. Debía estar estropeada porque lleva allí mucho tiempo".  

La asesina de Carrasco sostiene que "Isabel estaba haciendo la vida imposible desde hacía mucho tiempo" a su hija

Se trata de una versión respaldada igualmente por la hija, quien asegura que era su madre "la que fumaba porros" y que ella desconocía que esa droga se encontraba en su casa. "Sólo entré a la habitación de mi madre a por una cazadora pero nunca vi la bolsa con las sustancias y tampoco me olió nunca". 

Al no tener relación con el delito que se estaba investigando y no estar incluido en el sumario, la jueza ha informado ya de este hallazgo al Decanato de León para que establezca, según las normas establecidas, qué juzgado debe investigar si existe algún hecho ilícito.

"La maté porque hacía la vida imposible a mi hija"

María Montserrat González, declaró ante la jueza que instruye las diligencias que mató a Carrasco para hacer justicia porque le hacía la vida imposible a su hija. "Me vi en la obligación de hacerlo por todo lo estaba haciendo a mi hija", señaló María Montserrat González, de 59 años, que en otro momento de su declaración explica ante la jueza que cometió el crimen a plena luz del día y con evidentes riesgos de ser descubierta porque "estaba harta y no podía más".

"No fumo. Aunque de vez en cuando me he fumado algún porro en algún bar. Hace años que fumé mi último porro", asegura González

Así consta en el sumario, al que ha tenido acceso la agencia Efe, de la causa por el crimen de la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, que fue abatida a tiros el pasado 12 de mayo cuando cruzaba una pasarela peatonal sobre el río Bernesga para dirigirse a la sede de su partido.

También explicó durante su declaración que efectuó el primer disparo por la espalda y que luego la remató cuando se encontraba en el suelo. María Montserrat González declaró que ella misma cargó el revolver, que había comprado en el mercado negro de Asturias por 2.000 euros, después de "mirar por Internet como se hacía".

También reconoció que llevaba unos dos años intentado acabar con la vida de Isabel Carrasco, pero que no había podido hacerlo antes porque nunca iba sola o ella no iba provista del arma. 
Aseguró que actuó así por "desesperación" y ante la "injusticia" que se estaba cometiendo con su hija, también imputada en la causa, a la que "Isabel estaba haciendo la vida imposible desde hacía mucho tiempo", y que se sentía "acosada" y había llegado a adelgazar 25 kilos.

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