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Política

Herrera propuso a Pablo Casado como moneda de cambio ante Rajoy

Herrera y Casado, juntos en un acto con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.

Juan Vicente Herrera dijo que no. Rechazó las sugerencias de la dirección nacional para que continuara al frente del PP de Castilla la Mancha, al menos hasta las elecciones autonómicas. No es del agrado de Génova la fórmula del bipartidismo, un presidente en la comunidad y otro en el partido. Herrera ha simultaneado ambos cargos, como manda la tradición durante muchos años. Hasta que dijo basta.

No atendió el presidente castellano-leonés a los planteamientos de Dolores Cospedal, que le pidió que se mantuviera al frente de la formación como candidato prácticamente vencedor en el congreso que ha de celebrarse en los próximos días. Herrera no puso obstáculos a su continuidad pero expresó una condición. Que retiraran a Alfonso Fernández Mañueco del cargo de secretario general del partido.

Desde su preeminencia imbatible en la región, Herrera se sentía fuerte. Reclamó montar su equipo para seguir al frente del PP en la región. Deslizó incluso el nombre de Pablo Casado, vicesecretario general de Comunicación para ese puesto, de acuerdo con versiones del partido. Casado ignoraba semejante propuesta. La respuesta fue 'no'. Se trata de una de las piezas fundamentales de Génova. Deslizó más nombres, como Antonio Silván, su favorito, ahora alcalde de León. No fue escuchado. Rajoy no aceptaba estas premisas. Y sonó el portazo.

Duelo entre alcaldes

Herrera envió una carta, fría y aséptica, al presidente nacional en la que le comunicaba que renunciaba a la reelección. Acto seguido, en menos de una hora, emergieron dos aspirantes. El propio Mañueco, el favorito de Génova, y Silván, poco amigo de este tipo de litigios. Alcalde contra alcalde. Mañueco, alcalde de Salamanca con enorme predicamento en Madrid, avalado por Cospedal y por Fernando Maíllo, coordinador general del partido y con raíces profundas en la zona. Silván, menos de un año como primer edil en León, empujado por el propio Herrera.

Otro congreso con un duelo en la cúspide. Como en Rioja, Baleares o Cantabria. Demasiado ruido para los propósitos de la dirección nacional, que pretendía pocos enfrentamientos en los congresos. Génova bendecía unas primarias más o menos controladas, como en Madrid o Valencia, donde Cristina Cifuentes o Isabel Bonig han arrasado con sus respectivos rivales.

Herrera sostiene que su postura es de absoluta neutralidad. El aparato regional, sin embargo, está dividido por provincias. Algunos ‘herreristas’ de toda la vida no se sienten muy cómodos respaldando a Silván, aunque sea el hombre del presidente. Miran de reojo a Génova y ya saben lo que hay que hacer. “Es la batalla entre dos aparatos, aunque cabe pensar que al final se imponga Madrid”, comentaba un veterano dirigente ‘popular’ de Valladolid.

El coordinador del comité organizador del congreso, Raúl de la Hoz, se mostraba inquieto ante los periodistas. “Hay demasiadas cosas que preparar y no tenemos demasiado tiempo”, mencionaba. La renuncia de Herrera ha descolocado incluso a los suyos. El cara a cara entre Mañueco y Silván es una función que no estaba prevista. Los dos candidatos e han sumido en una campaña electoral intensa.

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