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España

Carlos González, el verdugo que mató políticamente a Pedro Castro

El portavoz del Partido Popular Getafe, Carlos González.

Cayó cuando menos lo esperaba. Pedro Castro, 28 años de alcalde de Getafe y unos cuantos en la oposición, salió de la política esta semana por la puerta de atrás. Su verdugo, Carlos González, había caído unos años antes. Su disciplina con el PP por aceptar las decisiones de Génova fue recompensada con un puesto en la mesa de la Asamblea de Madrid.

Esperanza Aguirre decidió poco antes de las elecciones de 2011 que tenía que mandar paracaidistas de primera para ganar en el cinturón rojo de Madrid. Envió a David Pérez a Alcorcón y a Juan Soler a Getafe para que tiraran de la lista electoral. También mandó a personas de su confianza a limpiar los restos del Gürtel y Antonio González Terol fue a Boadilla del Monte y a Paloma Adrados a Pozuelo de Alarcón.

La llegada de Juan Soler supuso la renuncia de Carlos González Pereira, 46 años, un hombre de Getafe que le había declarado la guerra a Pedro Castro y que los populares de Génova consideraron que no era el perfil para derrotar a la roca política que era Castro. González, getafense de toda la vida, llegó al PP cuando el alcalde Castro llevaba ya 12 años mandando y era parte de la historia de la ciudad. Tenía la ilusión de convertirse en primer edil de la llamada capital del Sur, pues su abuelo materno ya mandó en la casa consistorial cuando Castro ni soñaba con ocupar ese puesto.

Los primeros años del PP en la ciudad fueron duros y era impensable que un partido de derechas pudiera algún día alcanzar alguna cuota de poder en la ciudad. Fue durante 12 años portavoz adjunto del Grupo Municipal Popular y secretario general del partido. Esperanza Aguirre tras el enésimo fracaso en las elecciones le designó portavoz, mientras los afiliados lo elegían como presidente. Era lo máximo a lo que podían aspirar entonces los cargos públicos del PP en las ciudades del sur de Madrid y lograr un buen sitio en la oposición permanente.

González se planteó como estrategia salir a la calle aprovechando que los socialistas se había replegado a sus sedes. Cerró su despacho y montó una iniciativa “mi despacho en tu calle” cuando era un tipo de actos poco visto en la derecha española. Se puso a marcar a Pedro Castro del que dice “que estaba cada día más endiosado por el poder y cada día más alejado de la realidad”.

 Dicen que desde la Zarzuela al Banco de Santander, todos los poderes fácticos del país, llamaron a Castro para que preparara la Base Aérea como segundo aeropuerto de Madrid.

Barajas estaba colapsado (¡que tiempos!) y los jets de los hombres de negocios tenían que dar vueltas por la meseta castellana hasta que había un hueco para aterrizar. Hasta el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, bendijo la operación. Castro se puso manos a la obra. González se opuso. Montó una plataforma, buzoneo miles de panfletos y logró que la población rechazara la iniciativa municipal. El asunto llegó a tal nivel que el propio Castro, que sabía latín político, cambió de opinión se puso al frente de la manifestación y enterró el proyecto de aeropuerto civil.

El segundo palo fue el “tontos de los cojones”. Castro, buen orador, acudió a una asamblea ciudadana donde se sentía entre los suyos, como en casa, y se calentó. Y cuando era presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias no se le ocurrió otra cosa que decir en público “que aún había tontos de los cojones que votaban a la derecha”.

El portavoz popular revisaba al día siguiente la página web del ayuntamiento y vio lo que no había visto nadie. ¡El vídeo de la famosa frase grabado en la página municipal! Se lo hizo llegar a la presidente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y la lideresa se encargó del resto.

No había acto del PP o del Gobierno en el que no se pidiera la dimisión del Pedro Castro por haber insultado a sus votantes. No sirvieron las disculpas. Castro no fue el mismo. De ser respetado por muchos pasó a provocar indiferencia, cuando no rechazo. Mientras el hombre con más poder del PSOE perdía a parte de los suyos por aliarse con Zapatero y Trinidad Jiménez en las primarias de Madrid.

“Me despreció y no valoró que un joven dirigente del PP le pudiera provocar una situación que hizo que medio país pidiera su dimisión como presidente de la Federación Española de Municipios”, afirma el exportavoz del PP .

Getafe tenía pocos parkings y Castro decidió construir algunas de estas infraestructuras, “para hacer negocio” según el PP, o hacer calles peatonales, según el PSOE. González descubrió la relación de una de las cooperativas que ganaron el concurso y la familia de una concejala socialista. Fue a la Fiscalía Anticorrupción, donde le dijeron que no era de su competencia, según explica el exconcejal.

Insistió y lo llevó al juzgado ordinario. “Tuve –afirma- que soportar presiones y menosprecio, pero luché por aclarar algo que siempre pensé que era un escándalo de primer nivel”.

El juzgado inició las diligencias en el año 2009 tras la denuncia del PP que denunció una presunta trama de corrupción para la adjudicación y explotación de 1.423 plazas de aparcamiento. Consideraban que los beneficios podrían alcanzar los 12 millones de euros.

Los populares demostraron que había vinculación de una concejala, que además no se abstuvo en la votación, con la empresa que resultó adjudicataria y dijeron que contó con información privilegiada para obtener la máxima puntuación.

El asunto siguió su trámite, pero para entonces el PP de Madrid le había pedido a González su puesto y le ofreció como premio que fuera a la Asamblea, donde fue elegido secretario tercero. Desde ese estrado ha visto caer a su enemigo político, Pedro Castro, alcalde 28 años de su ciudad.

El hoy alcalde de Getafe, Juan Soler (PP), mantuvo el pleito y Pedro Castro ha terminado su carrera política y se sentará en el banquillo de los acusados por la cabezonería de un concejal que quería ser alcalde de su pueblo.

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