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España

Los siete días del ébola español: sus protagonistas y sus polémicas

Un sanitario del Carlos III atiende a uno de los pacientes que se encuentran ingresados en el hospital ante el riesgo de contagio del ébola.

Desde hace exactamente una semana, en España no se habla de otra cosa que del ébola. Desde el pasado lunes, todos los españoles hemos puesto la mirada en un edificio, el hospital madrileño Carlos III y, por supuesto, en una persona: Teresa Romero Ramos, la auxiliar de enfermería que contrajo el virus tras prestarse voluntaria para cuidar al misionero fallecido Manuel García Viejo. También, desde que aquel lunes una pregunta asaltara por primera vez las cabezas de muchos tratando de hallar respuesta: ¿cómo ha sido posible el contagio? Hasta el momento, ni el Comité Especial para la Gestión de la Enfermedad ni los expertos han sabido responder.

Hasta aquel día, poco o nada sabíamos de la enfermedad. Dos españoles la habían contraído en África y el Gobierno de Mariano Rajoy los había repatriado con la esperanza de que aquí, en un hospital que, según los expertos europeos, no está preparado para hacer frente al virus, se recuperaran, pero finalmente fallecieron. Entonces el tema no preocupaba más que a unos pocos, pero el 6 de octubre las cosas cambiaron.

Las alarmas saltaron al conocerse la noticia de que una auxiliar de enfermería, que había cuidado a uno de los enfermos repatraidos, había contraído la enfermedad. El pánico entre parte de la población se propagó tan rápido como la noticia y las autoridades trataron de transmitir calma. Pero el miedo no se marchó hasta que Bélgica envió a España el famoso tratamiento experimental del ébola, el Zmapp, cuyas existencias estaban agotadas en todo el mundo.

Un día antes de la llegada de la medicación, la salud de Teresa empeoró y comenzaron a circular informaciones contradictorias. España vivió la tarde del jueves pendiente de la evolución de su estado de salud. Los rumores de un posible fallo multiorgánico presagiaban un posible triste desenlace, pero ahora, cuatro días después, Teresa parece estar ganando la batalla al virus. Los partes médicos muestran una evolución favorable y desde el Carlos III aseguran que no está intubada que está consciente y que habla con los compañeros que cuidan de ella. 

Las polémicas por el ébola

Entre el primer y el segundo contagio del ébola fuera del continente africano numerosas polémicas se han sucedido en España. Tras conocerse la noticia de Romero, varios sectores de la sociedad española criticaron las repatriaciones de los misioneros, mientras que otros respaldaron la actuación de Moncloa. Pero, esta polémica no ha sido la única y las tendencias más comentadas en las redes sociales han dado buena cuenta de ello.

Un día después del ingreso de la auxiliar, España se dividió entre partidarios y detractores del sacrificio de Excálibur, el perro de la enferma, cuya muerte había sido dictada por un juzgado madrileño. Hasta el punto de que un grupo de personas se concentraron en las puertas de la urbanización en la que reside Romero para tratar en vano que las autoridades no sacrificaran al animal y varios manifestantes resultaron heridos. 

Además, esta semana también han sido polémicas las declaraciones realizadas por el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, quien aseguró que la enfermera pudo contagiarse por quitarse antes de tiempo el guante y afirmó que ésta no le dijo al médico de cabecera que estuvo con el equipo del ébola del hospital Carlos III para horas después matizar sus palabras y desdecirse. Sin embargo, las declaraciones de este consejero que más han indignado a la población fueron las que puso en el foco la capacidad de la auxiliar y aseguró que para quitarse un traje protector "no hacía falta un máster".  

Ante estas declaraciones, la indignación comenzó entre las filas del Partido Popular y fue aumentando tras la mala gestión llevada a cabo por el ministerio de Sanidad. Se conocían así los cursos exprés que habían recibido los sanitarios que atendieron a los pacientes. Unos cursos que duraron cerca de los 10 minutos y que los trajes protectores eran "asfixiantes" para los trabajadores. Tras una sucesión de malas reacciones por parte de la cúpula sanitaria y parte de la población pidiendo la dimisión de Ana Mato, el pasado viernes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visitó el hospital Carlos III y reaccionó. Apartó a Mato del frente de la gestión, puso en su lugar a su brazo derecho, Soraya Sáenz de Santamaría, y anunció la creación del Comité Especial para la Gestión de la Enfermedad, que tratará de esclarecer la pregunta de cómo se produjo el contagio.

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