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España

Interior ultima el plan que flexibiliza el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ayer, en Luxemburgo.

El Gobierno de Mariano Rajoy dio ayer su primer paso en el proceso abierto tras el anuncio de ETA del cese definitivo de la violencia. Ayer se conocieron las líneas maestras del plan que ultima el Ministerio del Interior para facilitar la reinserción de presos terroristas. Aunque en teoría el mismo va a ir destinado a todos los reclusos de organizaciones armadas e, incluso, a los de grupos del crimen organizado, el proyecto va a nacer con unos destinatarios claros, los cerca del medio millar de etarras recluidos en prisiones españolas. Y también con un objetivo preciso, reemplazar a la llamada 'vía Nanclares', puesta en marcha por el Ejecutivo socialista con idéntico fin y que se había estancado tras no conseguir atraer más allá de la treintena de reclusos de la banda armada que se acogieron hace ya tiempo a la misma.

Para ello, el departamento que dirige Jorge Fernández Díaz maneja desde hace semanas varios borradores para crear un futuro documento final que incluirá, como principal novedad, la modificación de la instrucción penitenciaria que fija los requisitos de los condenados por terrorismo para conseguir cumplir sus penas en cárceles próximas a su domicilio. Para ello, los etarras ya no tendrán que pedir perdón a las víctimas, aunque éste sí seguirá siendo obligatorio si quieren obtener beneficios penitenciarios como permisos y el tercer grado penitenciario o régimen de semilibertad, según confirmaron a este diario fuentes penitenciarias.

Los presos que se apunten al plan deberán asistir en una primera fase a "aulas de convivencia"

Dicho documento instaurará dos fases claramente diferenciadas dentro del proceso de reinserción -la vía Nanclares sólo contemplaba una-. La primera de las cuales, que incluirá el acercamiento, obligará a los reclusos a participar en "aulas de convivencia" y les exigirá una declaración de rechazo a la violencia, un informe favorable de los equipos de tratamiento de la prisión y una desvinculación clara de la organización terrorista. Queda excluida, sin embargo, la petición de perdón. "Todo el proceso es individualizado. No habrá medidas colectivas", añadieron a este diario fuentes de Interior. 

Las aulas de convivencia serán, según varias fuentes consultadas, similares al taller que entre octubre y diciembre de 2011 se celebró en la cárcel alavesa de Nanclares de Oca dentro de la vía que recibió el nombre de este centro penitenciario. Entonces, víctimas de atentados, hijos de asesinados de ETA, personas vinculadas a movimientos de paz y profesores universitarios, entre otros, dieron charlas a los presos etarras que habían mostrado explícitamente su rechazo a la violencia y se habían desvinculado de la banda. Al finalizar la misma, entablaban un debate con ellos. Varios participantes en los mismos, con los que este diario habló ayer, reconocieron lo "positivo" de aquella experiencia.

Segunda fase, sin cambios

Para acceder a la segunda fase, la que otorgará a los reclusos la posibilidad de acogerse a beneficios penitenciarios, éstos deberán haber presentado una evolución favorable en las aulas de convivencia. En este punto, sin embargo, no hay novedades respecto a lo que se está aplicando en este momento y que, desde la llegada del PP al Gobierno ya ha beneficiado a dos presos de la banda. Es decir, se seguirán aplicando los requisitos recogidos por el Código Penal y la Ley Penitenciaria para los presos de terrorismo: rechazo de la violencia, perdón a las víctimas, colaboración con las autoridades y hacer frente a las indemnizaciones. Sólo entonces, el preso podría acceder a los permisos o al tercer grado. "Ni se va a modificar el Código Penal ni la Ley Penitenciaria", recalcaron ayer este diario fuentes penitenciarias conocedoras de los borradores sobre los que se está trabajando. En esta segunda fase, los presos podrán participar en talleres de formación, similares a los que siguen los presos comunes, para facilitarles una salida laboral al alcanzar la libertad.

La iniciativa del Ejecutivo pretende reemplazar la 'vía Nanclares' puesta en marcha por el PSOE y ahora estancada

El principal objetivo del nuevo plan es romper la férrea disciplina que por ahora sigue imponiendo el Colectiva de Presos Vascos (EPPK, en sus siglas de euskera) al cerca de medio millar de presos y que la vía Nanclares no ha conseguido fracturar. "El EPPK había estigmatizado ésta y todos los que se acogían a ella eran tratados como 'traidores' por el resto de presos de la banda", apunta una fuente del Gobierno vasco. Es, precisamente, esa "estigmatización" lo que pretende salvar el nuevo plan . "Se trata de que muchos más presos den el paso hacia la reinserción. ¿Cómo? Facilitándoles ese primer paso con una flexibilización de los requisitos que impida que la organización pueda decir que es más de lo mismo", resume a este diario un político vasco al tanto de los borradores que se han manejado en las últimas semanas. 

Esta misma fuente cree que el paso dado por el Ejecutivo del PP es "muy importante", aunque insiste que será muy importante conocer al detalle la letra pequeña: "Aún queda por saber si el documento que ha elaborado Interior recoge la obligación de que el recluso se desligue completa y explicitamente del colectivo de presos, lo que significaría no seguir sus directrices ni participar en sus debates dentro de prisión. Si es así, puede que muchos internos se lo piensen dos veces antes de dar el paso y, tal vez, se aboque al nuevo plan de reinserción a un nuevo fracaso como el de la vía Nanclares", auguran.

La pelota "en el tejado de la banda"

El plan de Interior, que ayer contó con el apoyo explícito de PSOE y PNV, responde a dos variables: el haber detectado a cerca de centenar y medio de presos etarras dispuestos a acogerse a las vías de reinserción que ofrece la ley, tal y como informó Vozpópuli, y a la tensión y el desasosiego crecientes que detectan entre el colectivo. Siguen siendo moneda de cambio de ETA, pero sin que ello se traduzca en una evolución real de su situación, a pesar de que la banda alimenta el discurso de que se acerca una salida colectiva que nunca llegará, a decir de fuentes populares. Se trata en definitiva de “poner la pelota en el tejado de la banda”; desmontar el frente de las cárceles “y desactivar la estrategia victimista de Amaiur” respecto al inmovilismo del Gobierno.

No andan muy equivocados. Ayer le faltó tiempo a los abertzales para calificar de “chantaje y coacción” ese plan para la reinserción. Argumentaron, a través de un comunicado, que los presos etarras “no están en prisión como consecuencia de un desarraigo social, sino de un conflicto político y no necesitan medidas de reinserción social. Lo que es necesario es resolver el conflicto político que les llevó a prisión”, lo que, sin duda, se traduce en que han acusado el golpe. Interior “pone en valor el Estado de Derecho” al recordar que existe una vía individual de reinserción, que no cambia, dicen en el PP.

En Génova creen que parte de las críticas de las víctimas responden a las divisiones internas existentes en la AVT

Pero es esta una cuestión muy peliaguda de plantear a las organizaciones de víctimas, siempre dispuestas a saltar como un resorte cuando se toca el tema de los presos. Génova ha venido mantenido contactos con todas ellas, incluida también la de Pilar Manjón, para trasladarles el mensaje de que no hay cambios en la política antiterrorista, aunque entonces no se les informó de esta iniciativa. La más dura ha sido la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza, aunque desde el PP se apunta a que buena parte de esas críticas responden a una dinámica de divisiones internas en esta organización, abocada en breve a un proceso electoral donde hay un sector duro en el que sigue teniendo mucho predicamento Francisco José Alcaraz.

Pero tampoco hay que irse fuera del PP porque las mayores críticas vinieron de dentro. Como es habitual, el ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja no sólo se desmarcó de la iniciativa del Gobierno sino que comparó la sensación creada con la que se dio durante el proceso de paz de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. “El mayor error y desenfoque que se puede cometer en este asunto es dar la sensación y la impresión de que se está administrando el final de ETA cuando la realidad es que se está a unos meses de un desafío desde los postulados de la banda terrorista en las elecciones del País Vasco”, dijo a Efe.

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