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España

Primeros roces de Cifuentes con Génova: la nueva 'lideresa' de Madrid reclama autocrítica tras el batacazo

El presidente catalán, Artur Mas, en una imagen de archivo.

Primeras discrepancias en el PP horas antes de la celebración del Comité Ejecutivo nacional en el que se analizarán los resultados de las autonómicas y municipales. Cristina Cifuentes, muy ágil en su manejo con los medios, ha comparecido en diversas emisoras para hacer un cántico a los diálogos, lanzar un tímido mensaje de entendimiento a Ciudadanos y reclamar la necesaria autocrítica.

"Siempre hay que hacerla, y especialmente cuando el PP ha perdido presencia territorial, en muchos casos por poco, pero vamos a perder alcaldías y gobiernos autonómicos importantes", señaló Cifuentes a esRadio. Justo en la dirección contraria del mensaje oficial de Génova, que en la noche negra del domingo, por medio de su portavoz, Carlos Floriano, inistía en la tonadilla de que el PP ha ganado las elecciones y que "España camina en la buena dirección".

Cifuentes, no hay que olvidarlo, es la candidata de Génova, que cerró el paso a Ignacio González, lugarteniente durante años de la propia Aguirre

Las damas de la derrota

Cifuentes se ha convertido en un referente claro dentro del partido. Derrotadas Cospedal y Aguirre, arrasada Barberá, tres damas fuertes de la formación, tocado el propio Feijóo por su retroceso en ciudadaes importantes de Galicia, la candidata del PP a la Comunidad de Madrid ha salvado algo más que los muebles. Le ha permitido a Rajoy mostrar al menos una bandera victoriosa y en una plaza crucial y simbólica como es Madrid. No tiene asegurada su posibilidad de gobernar, pero al menos sabe que cuenta con esa opción si logra un acuerdo con Ciudadanos. Algo, en principio, asequible ya que Cifuentes se ha mostrado siempre muy beligerante con la corrupción, esa peste que tanta factura le ha pasado ahora a su partido y cuya erradicación exige la formación de Albert Rivera como condición previa a cualquier tipo de arreglo.

El PP logró en la Comunidad madrileña 48 escaños (tenía 72), tras un esrutinio apretado y agónico, en tanto que los socialistas de Ángel Gabilondo han sumado 37 (tenían 36). Podemos con 27 y Ciudadanos con 7 son los nuevos invitados a la Asamblea, que podría seguir teniendo color azul. Cifuentes ha conseguido en la capital de Madrid más votos que la propia candidatura de Esperanza Aguirre, y en total ha obtenido un 33% de las papeletas, ocho puntos más que los socialistas. Hay satisfacción en su equipo y, especialmente, ganas de modificar muchas cosas en el funcionamiento interno de su formación. Cifuentes, no se olvide, es la candidata de Génova, que cerró el paso a Ignacio González, lugarteniente durante años de la propia Aguirre. "Habrá que analizar por qué nuesta candidatura al Ayuntamiento de Madrid ha recibido menos votos de los esperados", comentaba ayer Cifuentes a los medios. Hay un PP que desaparece, que está forzado a desaparecer por el foro, que ha perdido toda relevancia en estos sondeos y que deberá dar un paso atrás en el futuro inmediato, de acuerdo con fuentes internas.

Error de estrategia

En Génova se sugiere que Aguirre se equivocó al centrar su pulso electoral con Manuela Carmena, en lugar de hacerlo con Antonio Carmona, un rival mucho más asequible y menos potente. Carmena, de 71 años, se quedó a un escaño del PP pero podrá gobernar si alcanza un pacto con el PSOE, que todos dan ya por hecho. Tampoco ha recibido demasiada ayuda por parte de la dirección nacional, con la que nunca ha tenido demasiadas simpatías. El episodio de la filtración de sus datos fiscales en vísperas de la jornada electoral evidenció incluso su pulso permanente con Moncloa.

Llegan ahora desde todos los puntos de España voces de encendidos reproches, y hasta de mal disimulado cabreo, por la actitud del PP con la corrupción. Así se ha escuchado por ejemplo en Baleares y hasta en Extremadura, donde Monago no ha logrado ni siquiera imponerse a Fernández Vara. Muchos dirigentes se quedan fuera de juego, sin despacho y sin nómina. Un cataclismo que atribuyen a la mala gestión de los escándalos, a no haber afrontado desde el principio y de raiz la limpia de todos aquellos dirigentes y altos cargos contaminados por el saqueo o el mal uso de los dineros públicos. Muchas miradas van hacia Rajoy, que seguramente mantendrá su actitud estólida e insistirá en que han ganado las elecciones, cosa que es cierta porque el PSOE también ha sufrido en estos comicios, y se pondrá como objetivo vencer en las generales.

Si Cifuentes consigue a la postre hacerse con el control del Gobierno de Madrid, nadie duda de que habrá que contar con ella en el futuro diseño del partido, al margen de los designios del propio presidente, quien ha deslizado ya su decisión de controlar el proceso de negociaciones y posibles pactos en las zonas donde sean necesarios. Castilla y León, Murcia, Rioja y la propia Comunidad madrileña tendrán que acercarse a Ciudadanos si quieren seguir gobernando esas regiones donde hasta ahora eran vencedores indiscutibles con gobiernos inexpugnables. No resultará demasiado complicado pero es un trámite inexcusable con el que no todos contaban.

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