Quantcast

España

Las ‘familias’ del PSOE se cruzan responsabilidades en la deriva independentista de Cataluña

En el equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba se opina que si el Tribunal Constitucional hubiera tenido en  2010 mayor “altura de miras”, el problema catalán no hubiera reventado como lo ha hecho en estos meses y ahora España no se vería abocada a encarar un desafío soberanista que encuentra fiel reflejo en los resultados electorales conocidos el pasado 25 de noviembre en Cataluña.

La reforma estatutaria que promovieron con tanto entusiasmo los nacionalistas y los republicanos, en medio de la ambigüedad de los socialistas, se topó con el muro del Constitucional, entonces presidido por María Emilia Casas. El Estatuto que salió del Parlamento catalán en 2006 y que José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió a aceptar tal cual –“Aprobaré el Estatuto que venga del Parlamento de Cataluña”- fue esquilado después de un tedioso debate que duró tres años. El máximo intérprete de la Constitución respetó en el preámbulo estatutario el término nación, pero advirtiendo que este precepto carecía de eficacia jurídica, al tiempo que recordaba “la indisoluble unidad de la nación española”.

"Aprobaré el Estatuto que venga del Parlamento de Cataluña", dijo Zapatero antes de la amputación del texto por el Parlamento y, posteriormente, por el Tribunal Constitucional

Dos años después de la polémica sentencia, en la dirección del PSOE se opina que el alto Tribunal trabajó el Estatuto sin sentido de Estado, desconociendo las graves consecuencias que derivarían de adentrarse con interpretaciones jurídicas de andar por casa en el conflicto identitario. “Si  el Tribunal se hubiera ahorrado los matices sobre el preámbulo estatutario y no hubiera alimentado el victimismo nacionalista, nos hubiéramos olvidado de Cataluña durante, al menos, dos décadas”, aseguran fuentes de la dirección del PSOE.

Sin embargo, las críticas no solo se vierten contra el Constitucional. Alguien que participó activamente en la reforma estatutaria en 2006, el ex ministro de Justicia Francisco Caamaño, señala directamente con el dedo a Rubalcaba, entonces portavoz parlamentario del PSOE, y a Alfonso Guerra, ex presidente de la Comisión Constitucional, como principales culpables de haber alimentado el enfrentamiento que todavía hoy perdura en Cataluña con decibelios mucho más agresivos que hace seis años.

Rubalcaba como portavoz parlamentario del PSOE y Guerra como presidente de la Comisión Constitucional, fueron los principales artífices de la poda estatutaria en el Congreso

“Nos hemos cepillado el Estatuto”, sentenció Guerra nada más terminar su tramitación en el Congreso. El ex vicepresidente comparó la reforma con el ‘plan Ibarretxe’ y presumió de haber trabajado “como un carpintero”  para evitar “la fragmentación de la soberanía nacional”. La votación final fue muy ajustada ya que el PP y Esquerra Republicana rechazaron el texto. En el primer caso, porque lo consideraban inconstitucional y en el segundo porque veían que había sido amputado de forma indiscriminada. Una pena, advirtieron los republicanos, porque compartían el 85% de la reforma.

A la vista de la reciente Diada y del resultado electoral del pasado 25 de noviembre, Caamaño ha reconocido a Esquerra Republicana que el Gobierno de Zapatero intervino con torpeza, ya que si se hubiera asumido sin complejos el término nación y se hubiera tenido un gesto con las selecciones deportivas catalanas, finalmente eliminadas del texto, ahora no estaríamos viviendo la detonación soberanista que con tanta virulencia se detecta en Cataluña. De esta torpeza responsabiliza tanto a Alfonso Guerra como a Rubalcaba, pues ambos se unieron para neutralizar la ambigüedad, preñada de inocente tolerancia, con la que Zapatero quiso congraciarse, en opinión de Caamaño, con los nacionalistas catalanes.

"Nos hemos cepillado el Estatuto", presumió Guerra ante su partido pocos días después de finalizar el debate parlamentario

La autocrítica del ex ministro de Justicia socialista se sustenta en el dato de que tanto el Congreso como, posteriormente, el Tribunal Constitucional, respetaron la arquitectura básica del Estatuto y los principales músculos de la reforma. “Si no se hubiera podado el preámbulo mediante interpretaciones jurídicas fuera de lugar y se hubiera eludido por tanto el conflicto identitario, no nos hubieran dejado margen para mantener una constante actitud reivindicativa”, se admite también en Esquerra Republicana.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.