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España

El desembarco de Santamaría en la cúpula del PP dependerá de la recuperación económica

Sáenz de Santamaría, junto a Montoro y Soria en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Cumplir con el mandato, como integrante del Gobierno, para el que ha sido elegida por los españoles: dar la vuelta a la ruinosa herencia económica del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Ésta es la principal preocupación de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que se está dedicando a fondo, a tiempo completo. Sin embargo, con el desgaste que el escándalo Bárcenas está suponiendo para destacados dirigentes del partido, como el vicesecretario general de Política Autonómica y Local, Javier Arenas, la secretaria general, María Dolores de Cospedal (ambos han hecho ya el paseíllo hacia el juzgado en calidad de testigos) o el propio presidente del PP, Mariano Rajoy, ya hay voces internas que reclaman una mayor presencia de la ministra de Presidencia en los órganos de dirección de Génova. La reestructuración de la cúpula del partido en una Convención Nacional a celebrar en los últimos meses del año se da prácticamente por sentada y será entonces cuando se promueva con más fuerza dicho desembarco.

Sin embargo, de tener lugar el próximo otoño, la remodelación de la estructura del PP, al más alto nivel, llegaría pronto para la reincorporación de Sáenz de Santamaría, enfrascada en la consecución del objetivo número uno del Gobierno: la creación de empleo, que se augura para el final de la legislatura. Ésta es la visión de fuentes populares consultadas por Vózpopuli, que afirman que “la vicepresidenta no tiene ahora en mente otras cuestiones que salir de la crisis y hacer frente al drama de los seis millones de parados”.

Más allá de que algunos barrunten una convivencia difícil entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, el regreso de Soraya a la planta noble de Génova se topa principalmente con las prioridades de Rajoy: la tarea del Gobierno para levantar el país está antes que ciertos retoques en el partido

Más allá de que algunos barrunten una convivencia difícil entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, el regreso de Santamaría a la planta noble de Génova (formó parte del comité de dirección del PP en la anterior etapa como portavoz parlamentaria en el Congreso) se topa principalmente con las prioridades de Rajoy: la tarea del Gobierno para levantar el país está antes que ciertos retoques en el partido. En este sentido, las mismas fuentes señalan que “el funcionamiento del Ejecutivo pivota sobre Sáenz de Santamaría y arrebatarle horas para labores de partido no sería beneficioso para el Gobierno”. No obstante, inciden, la última palabra al respecto la tendrá siempre el presidente nacional del PP, aunque dudan de que Rajoy cargue a Santamaría de más trabajo.

La vicepresidenta cuenta a su favor con haber mantenido la popularidad entre el electorado pese a comparecer cada viernes al término del Consejo de Ministros, anunciando en muchas ocasiones duros planes de ajustes. El último sondeo elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el correspondiente al mes de julio, le situaba como la segunda ministra mejor valorada, con una nota de 3,12, sólo por detrás del titular de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, con un 3,25. En otros barómetros de este año, la vicepresidenta ha llegado a ocupar el primer puesto de la lista. Estos datos sugieren que Sáenz de Santamaría podría tener tirón electoral, aunque nunca se haya medido su capacidad para captar votantes desde el primer puesto de una candidatura de peso, porque nunca ha concurrido como tal. Por su parte, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha sido capaz de convertise en presidenta de Castilla-La Mancha tras 28 años de gobierno socialista. Además, posee el apoyo y el control de una buena parte de las baronías autonómicas.

La vicepresidenta cuenta a su favor con haber mantenido la popularidad entre el electorado -el CIS le sitúa como la segunda ministra mejor valorada- pese a comparecer cada viernes al término del Consejo de Ministros, anunciando en muchas ocasiones duros planes de ajustes

El nombre de la vicepresidenta ha sonado incluso como sustituta del presidente del Gobierno en caso de que el huracán Bárcenas precipitara el final de su mandato. Esta opción se ha barajado en un debate soterrado, como informó Vozpópuli en el mes de julio, sobre todo antes de que tuviera lugar la comparecencia de Rajoy en el Senado el pasado 1 de agosto. En esta cita, el propio líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante su intervención desde la tribuna emplazó al jefe del Ejecutivo a buscar ya un sustituto en la bancada azul para que lidere el Gobierno en su lugar. Unas palabras que llevaron las miradas del hemiciclo a Sáenz de Santamaría.

Sin embargo, la vicepresidenta ha evitado en todo momento dicho debate post-Rajoy, tal y como ocurrió el pasado 19 de julio en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, cuando interrogada por la prensa sobre si se ve al frente de La Moncloa zanjó cualquier conjetura al respecto. "Como no hay necesidad de sustitución, no vamos a hablar de sustitutos", sentenció. Así apeló a la figura, a su juicio, de un presidente sólido, aunque éste tenga difícil deshacerse del lastre que supone haber confiado en el ex tesorero del PP Luis Bárcenas, hoy en prisión.

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