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España

Artur Mas constata que Rubalcaba es muy poco de fiar

Pere Navarro, Artur Mas, y Alfredo Pérez Rubalcaba, instantes antes de su encuentro en el Palau de la Generalitat.

En la intensa tarde parlamentaria del miércoles, Rubalcaba no se abstuvo. En contra de las previsiones, el PSOE votó junto al PP la propuesta de UPyD contra el denominado "derecho a decidir". Artur Mas oteaba la jugada de la carrera de San Jerónimo desde su atalaya barcelonesa. Al conocer el cambio del voto socialista, torció el gesto. "Vaya, Rubalcaba no ha cumplido con lo que me anunció", le susurró a un colaborador muy próximo.

El secretario general del PSOE, en efecto, visitó al presidente de la Generalitat el pasado fin de semana. Lo hizo en compañía del líder de los socialistas catalanes, Pere Navarro, cada vez más capitidisminuído en las encuestas y en el seno de su propia formación. Salió en la charla la propuesta de Rosa Díez contra el derecho a decidir. Tanto Navarro como Rubalcaba le señalaron a Mas el carácter de "trampa" que revestía la iniciativa parlamentaria del partido púrpura. Y Rubalcaba, según fuentes de Convergencia, confirmó a Artur Mas que el PSOE se abstendría. "No entraremos a ese trapo", vino a decir.

Luego llegaron las presiones, las amenazas, las tensiones. Alfonso Guerra, Manuel Chaves, Fernández Vara, José Bono...uno tras otro buscando periodistas para apoyar el voto favorable y darle al PSC en las narices. ¿Cómo vamos a renegar de la Constitución para contentar a CiU?, clamaban los veteranos del socialismo, esos a los que la Elena Valenciano, número dos de la formación, tachó en su día de "vieja guardia". Finalmente el empujón, en efecto, vino del sur, de Susana Díaz, cada vez más fuerte en su partido y fuerte defensora de las tradicionales posturas del PSOE ante el conflicto territorial.

Artur Mas, objeto de singulares requiebros y atenciones desde Moncloa (palabras firmes bajo gestos untuosos) confirmó el miércoles una teoría que viene alimentando desde aquella larga sentada con Zapatero en Moncloa, "la tarde de los cigarros largos", cuando el expresidente del Gobierno le prometió que le ayudaría a sentarse en el sillón de presidente en la Plaza de Sant Jaume. Zapatero no cumplió su promes y el socialista Montilla se encaramó inopinadamente en el sillón presidencial tras una hábil maniobra.

"Rubalcaba dijo que se abstendía y ya ves, palabra de socialista", le comentó luego un estrecho colaborador al president, no demasiado sorprendido pero el cambio del voto de Rubalcaba. Sin embargo, mientras se encona su relación con el PSOE, se recomponen poco a poco sus relaciones con el Gobierno. Nunca se rompieron del todo, desde luego. Órdenes de Rajoy. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría se encarga de engrasar el mecanismo del diálogo.

Peor lo tiene Rubalcaba y no sólo con la Generalitat. Diversos dirigentes de la organización subrayaban ayer, a la vista de lo ocurrido en la votación del martes, "el caos y la falta de lidezgo en el partido". Y aún no había ocurrido el contratiempo de Asturias, donde arriesga ser desplazado del poder tras un serio tropiezo con sus aliados. Las llamadas telefónicas de los presidentes autonómicos de Andalucía y de Cantabria, Díaz y Fernández, respectivamente, dieron un vuelco en una decisión ya tomada y hasta comunicada. Dos años después de su derrota electoral, Rubalcaba se encuentra en su situación más difícil. Y todo ello, a escasas dos semanas del cónclave programático del PSOE, de desarrollo y resultado más que incierto.

 

 

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