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España

Alarcó se aferra a Paradores con el aval de la esposa de Rajoy y la mujer de Aznar

Ángeles Alarcó, junto a la exalcaldesa de Madrid Ana Botella.

Soberbia donde las haya, en el peor de los sentidos, Ángeles Alarcó, Gela para los amigos, ha sobrevivido como presidenta de Paradores, a pesar de que la pasada primavera algunos ministros, entre ellos el de Industria, José Manuel Soria, y numerosos altos cargos del Gobierno, la daban por finiquitada. Su penosa gestión en la empresa pública, donde llegó sin experiencia al comienzo de la legislatura, y la tormenta que descargó sobre Rodrigo Rato, su exmarido, llegó a sentenciarla, sobre todo después de conocerse que su nombre figura también en la investigación judicial como administradora única de Rodanman Gestion y Rafi SL, entre otras sociedades en las que luego tomó el relevo el propio Rato. Se trata de las firmas que acumulan la mayor parte de las sicav del expresidente de Bankia y exdirector gerente del FMI.

La presidenta de Paradores presume en las cenas con sus amigas de su amistad con la esposa de Rajoy

¿Qué ha pasado para que la orden que Soria esperaba de La Moncloa para despedir a Alarcó no le haya llegado? Pues, ni más ni menos, describen fuentes del Ministerio de Industria, que Alarcó reaccionó con reflejos de lagartija para que dos valiosas amigas suyas movieran todas sus influencias, que son muchas, para evitar su caída en desgracia. La primera de ellas es Elvira Fernández, esposa del presidente del Gobierno, quien no destaca, precisamente, por mover un dedo a favor de casi nadie. “Solo en contadas excepciones la he visto interceder por alguien próximo, de ahí que no haya ganado muchas simpatías desde que es dama consorte. Yo diría que, bien al contrario, las ha perdido”, describe alguien que es buena conocedora de la familia.

La segunda en proteger la continuidad de Alarcó en Paradores ha sido la exalcaldesa madrileña Ana Botella, familiarizada desde hace más de tres décadas con el matrimonio Rato y con muchos menos prejuicios que la moradora de La Moncloa para hacer favores, cobrárselos y dejar huellas de su poderío. Fuentes muy próximas a la mujer de José María Aznar aseguran que lo ejerció hasta el final, exprimiendo a fondo sus influencias durante los ocho meses que mediaron entre su renuncia pública a comparecer de nuevo a las elecciones municipales y su abandono del madrileño Palacio de Correos.

Rajoy no quiere echar más leña al fuego

“La legislatura enfila su recta final y Mariano Rajoy no ha querido echar más leña al fuego en una relación de antiguo que siempre fue cordial con el matrimonio Rato, aunque ahora con el exvicepresidente esté rota”, aseguran fuentes del PP al explicar las razones por las cuales nunca le llegó a Soria la orden de La Moncloa de proceder al relevo en Paradores. Otras voces del partido suman esta otra versión: “En realidad, el ministro de Industria se puso solícito en cabeza de la manifestación de quienes defendimos que la permanencia de Alarcó en el cargo era insostenible. Pero, con posterioridad, cuando observó que la señora tenía tan fuertes agarraderas, declinó, miró para otro lado, y hasta hoy. Soria en estado puro”, aseguran.

Estos días, el ministro va diciendo a sus colaboradores que lo mismo Rajoy sorprende este mes de agosto y convoca elecciones anticipadas en septiembre, aunque no dé tiempo a aprobar los Presupuestos, una tesis que ha provocado más de una carcajada en su departamento y también en el resto de los ministerios.

La secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, casada con el avezado diputado del PP Vicente Martínez-Pujalte, es la superiora inmediata de Ángeles Alarcó en Industria y, según todos los indicios, ha jugado un papel muy secundario en un episodio que para ella ha resultado bastante engorroso, teniendo en cuenta la vieja amistad que su marido mantiene con Rato.

Lo que más sorprende en el Gobierno es que Alarcó no haya llegado a poner su cargo a disposición del ministro de Industria

Lo más sorprendente, comentan en el Ministerio, es que la interesada nunca ha llegado a poner su cargo a disposición de Borrego, como si la investigación judicial no fuera con ella y estuviera libre de toda sospecha. Si el calendario electoral no arroja sorpresas, lo más lógico es que para cuando el juez decida si la imputa o no en las pesquisas abiertas sobre el patrimonio familiar, ella esté ya fuera de la administración, pues Alarcó, por mucho que presuma en sus cenas con amigas de la amistad que la une a la mujer de Rajoy, carece ya de los asideros que tenía cuando Botella reinaba en La Cibeles o la comunidad madrileña estaba regida por Esperanza Aguirre, otro de sus paños de lágrimas cuando el matrimonio Rato se fracturó y la todavía presidente de Paradores estaba falta de cariño y de cargos.

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