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España

Cuatro pruebas desmontan la versión de la infanta

El juez instructor del Caso Noos, José Castro, a su salida de los juzgados de Palma

La versión del desconocimiento y la confianza ciega en su marido que la infanta alegó durante el interrogatorio del juez Castro el pasado sábado choca con la avalancha de recibos y facturas que el propio magistrado mostró a Doña Cristina. Castro debe decidir si presenta o no un escrito de acusación contra la infanta. Fuentes cercanas al juez aseguran que no tiene prisa en tomar una decisión y que puede tomarse hasta dos meses para documentar bien su escrito. A la espera de que la fiscalía pida el sobreseimiento para Doña Cristina en las próximas semanas, el juez Castro valora ya cuatro pruebas que desmontan la versión de la hija del Rey. 

  LA CONFORMIDAD DE LA INFANTA A LAS CUENTAS

La infanta dijo al juez que desconocía las actividades de Nóos y la finalidad de Aizoon. Esa neagtiva de la infanta y su supuesto desconocimiento choca con las actas de la empresa que Doña Cristina firmó durante nueve años. Ese elemento, tal y como publicó Vozpópuli antes del interrogatorio, era una de las pruebas clave que el juez manejaba entonces y sigue esgrimiendo ahora. Los documentos del Registro Mercantil de Barcelona reflejan que la hija del Rey aprobó con su voto en nueve ocasiones, de 2004 a 2012, tanto las cuentas anuales de la empresa como el «informe de gestión» de Aizoon. Ocho de las reuniones se celebraron en Barcelona y una más, en junio de 2012, en Washington, donde residía el matrimonio.

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El supuesto desconocimiento choca con la revisión anual de cuentas, gestión y su visto bueno reiterado. El testimonio de la infanta sirvió también en un momento para romper su propia línea de defensa. Pese a que mantuvo casi en todo momento la tesis del desconocimiento, a preguntas de la Abogacía del Estado llegó a reconocer que sabía que “su marido iba a canalizar sus ingresos profesionales a través de Aizoon”.

Ese desliz implica que sabía lo que negó saber en el resto de las cuestiones, es decir, que Aizoon no era una fundación sin ánimo de lucro sino una empresa creada para camuflar ingresos irregulares y, por tanto, permite ligar el origen ilícito de las actividades profesionales de Urdangarín en Noos con el dinero que ella disfrutó en Aizoon. Su propio testimonio será algo que el juez analice porque puede servir de prueba para responsabilizarla por un delito de fraude fiscal y otro de blanqueo de capitales.

  LA INFANTA DIO ÓRDENES DE GASTO IRREGULARES

La infanta aseguró que los gastos que cargó a Aizoon y que eludieron el control de Hacienda fueron cargados por error o por desconocimiento. Así, reconoció haber comprado cuadros, una vajilla e incluso cargado peajes de carretera a la Visa Oro de la empresa pero dijo siempre por error o sin saber cómo se pagaban esos conceptos. “Tengo diez tarjetas de crédito y a veces me confundo”, llegó a decir, atribuyendo a su marido la responsabilidad de los pagos.

Frente a esa versión, los emails incorporados al sumario reflejan que no sólo era ella la que hacía los pagos sino que fue advertida de la irregularidad de los mismos y su marido fue consultado sobre ello. Así, en correos del 18 de septiembre de 2009, Julita Cuquerella, la asistente personal de Iñaki Urdangarín, advierte al Duque de Palma de que “S.A.R. me ha encargado unas compras que no puedo justificar por gastos de Aizoon”. Ante esa irregularidad, propone pasarlos por caja para realizar los pagos en efectivo, algo a lo que Urdangarín da el visto bueno con la broma “Se lo gasta en algún regalo para mí, no?????”

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  LAS "FACTURAS RIDÍCULAS"

El juez Castro llegó a mostrar a la infanta decenas de facturas que contenían lo que en su auto definió como "gastos ridículos", entre los que se incluían desde compras de una canción en I-Tunes (0,79 céntimos) hasta un disco (7,99 euros), artículos de papelería (32,70 euros), cenas en restaurantes de Barcelona (El Jardí de l'Albadessa, 108,25 euros) y habitaciones en Baleares (352 euros).

Son pequeñas cantidades que tienen una gran implicación en los tribunales: constituyen un nuevo indicio de que la hija del Rey disponía del dinero de la empresa de la misma manera que lo hacía su marido, Iñaki Urdangarín y sugieren que pudo visar los gastos como hizo su cónyuge. Castro valora si son indicios suficientes de que la infanta tenía capacidad de gestión en Aizoon y, por tanto, corresponsabilidad sobre su gestión.

  LAS DECISIONES PERSONALES Y DIRECTAS DE LA INFANTA

La instrucción del caso ha permitido averiguar al juez que algunas decisiones de compra fueron personales y directas de la infanta. Según consta en los e-mails de respuesta al juez Castro aportados por la UDEF y en los llamados “modelos 347”, en el año 2006 la galería de arte Sala Parés de Barcelona vendió un cuadro de 4.400 euros a Aizoon. “La persona que escogió y reservó la obra fue S.A.R. Doña Cristina de Borbón, Infanta de España”, afirma la galería en respuesta al juez que asegura que “quien atendió personalmente a S.A.R. en la galería fue el entonces director de la misma”. 

Castro mostró ese e-mail a Doña Cristina que reconoció haber hecho la compra pero que se desentendió del pago. Asseguró que desconocía como se había pagado esa obra así como todas las demás facturas, hasta el punto de que el juez Castro llegó a preguntarle si creía que todos aquellos cargos iban a "colar".

Esas cuatro pruebas son las que centran ahora el trabajo del juez Castro que tomará una decisión sobre si presenta un escrito de acusación o no en un plazo de hasta dos meses. Castro no tiene prisa, revelan fuentes cercanas al juez. Los abogaods de la infanta sí y trabajan ya en la tesis del sobreseimiento. También lo hace la fiscalía que tiene previsto solicitarla al juez después del interrogatorio.

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