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Internacional

La hora y media en que el algoritmo de NYT dio su vuelco y Trump ganó

Votantes demócratas en Virginia cantan el himno antes de saber los resultados definitivos

Era una presentación novedosa. Un algoritmo con el que contaba New York Times para predecir la probabilidad que tenía cada candidato de hacerse con la victoria electoral, en tiempo real. Este algoritmo tenía en cuenta una serie amplia de variables. Entre ellas, los votos electorales (los compromisarios elegidos en cada estado y con distintos modelos de reparto y registro) contados segundo a segundo pero también el voto popular, los votos totales. Desde el principio se tenía claro que Hillary ganaría el segundo y muy probablemente el primero. A las 2.30 tenía un 85% de chance para conseguirlo como muestra este gráfico. Sus primeras victorias en estados del este como Nueva York (siempre demócratas) así lo apuntaban.

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Nate Cohn, uno de los miembros del equipo que diseñó el algoritmo, mostraba la evolución de 5 encuestas durante las últimas semanas. Todas daban una probabilidad de victoria de Hillary no inferior al 60%.

La estadística decía que Hillary ganaría. Observen este gráfico tan clarificador: Clinton prácticamente doblaba las opciones de victoria del neoyorquino. 2.500 formas de ganar frente a 1.400.

Sin embargo, todos coincidían en que el partido se jugaba en Florida y en el Mid West. En realidad era una batalla muy desigual donde lo que era casi imposible pasó, y se produjo entre las 2.30 y las 4 horas CET con la concatenación de una serie de acontecimientos que noquearían a Hillary y a la práctica totalidad de analistas que, en tiempo real, comentaban los resultados desde las televisiones. "Florida es el primer match ball de Trump, si pierde allí lo tiene casi imposible, mientras que para Clinton no es una tragedia, tiene muchas otras combinaciones aún perdiendo Florida" decían los analistas.

Como decía aquí el especialista de NYT, o Florida o Carolina del Norte darían la victoria por KO a Clinton si cayeran del lado demócrata.

Y Trump ganó Florida, un estado siempre de los últimos en saber su recuento, por amplia ventaja.

Con este resultado, Clinton aún podía asegurar en sus estados del este, tradicionalmente demócratas la mayoría. Pero llegaban noticias preocupantes de Carolina del Norte, un estado que Trump debía ganar sí o sí pero donde Obama había ganado hace 8 años, y sobre todo de de Pennsylvania, con 20 votos electorales, un bastión demócrata y estado principalmente blanco cuya ciudad más conocida es Philadelphia, que en 2012 se apuntó para Obama. Ambos estados en sus recuentos daban ventajas estrechas a Trump. Alemanes, irlandeses e italianos son sus principales ancestros. Negros y latinos no tan relevantes.

Aquí ya la candidatura demócrata se metía en arenas movedizas. Si se perdía Pennsylvania, otra victoria en el medio oeste, zona donde Michael Moore predijo que se decidirían las elecciones como así ha ocurrido, pondría a Trump dramáticamente cerca de la Casa Blanca.

En este momento Clinton seguía ganando, como hizo toda la noche, en el voto total. 

A esas horas todo miraba Ohio. Se dice que Ohio siempre vota al presidente, sea este demócrata o republicano. Un estado del Mid West donde analistas como Michael Moore habían adelantado con precisión milimétrica que se jugaría la presidencia. Y que Clinton la perdería. Como así ocurrió.

A partir de eso, una victoria en Ohio suponía prácticamente la elección para Trump, porque Hillary tendría que ganar en estados donde casi nunca rascan bola los demócratas.

Conforme el recuento de Ohio, un estado que incluye ciudades industriales de relevancia como Cleveland, iba mostrando más votos para Trum, este se puso por primera vez por delante en la probabilidad del New York Times. Y ya no dio la vuelta a la estadística.

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