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Internacional

Nuevos documentos revelan que EEUU lleva años espiando a Europa y a la ONU

La Unión Europea (UE) inauguró en 2012 un nuevo edifico de oficinas en la Tercera Avenida de Nueva York, junto al East River. Allí se reúnen cada semana los embajadores de los 28 países miembros y es el lugar donde la UE busca forjar una política común junto con la ONU. Estas nuevas oficinas fueron inauguradas por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; el presidente de la UE, Herman Van Rompuy; y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Al tratarse de un edificio nuevo, se trataba de un objetivo difícil para la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la organización de inteligencia más poderosa de EEUU. Una nueva oficina significa paredes recién pintadas, un cableado intacto y nuevas redes de ordenadores instaladas; en otras palabras: un montón de trabajo para los agentes. Mientras que los europeos estaban aún acostumbrándose a sus nuevas oficinas, el personal de la NSA ya había adquirido los planos de la planta del edificio.

Los dibujos, realizados por la compañía de Nueva York Tishman Speyer, muestran con precisión y a escala la disposición de las oficinas. Los agentes de inteligencia realizaron copias ampliadas de las áreas donde estaban situados los servidores de datos. En la NSA, la misión europea del East River es conocida con el nombre en clave de ‘Apalachee’.

Los planos de la planta de oficinas son parte de los documentos internos de la NSA que tenían a la UE como objetivo. Proceden del informante Edward Snowden, y Der Spiegel también ha tenido acceso a ellos. Para la NSA constituyeron la base de una operación de inteligencia, pero para el presidente Obama se han convertido en un problema político.

Los documentos clasificados demuestran cómo sistemáticamente los estadounidenses se fijan como objetivo otros países e instituciones como la UE, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y la ONU. Los documentos muestran cómo la NSA se ha infiltrado en la red informática interna de los europeos entre Nueva York y Washington, el uso de embajadas en el extranjero para interceptar comunicaciones y el espionaje de videoconferencias de diplomáticos de la ONU. La vigilancia que realiza la NSA es intensiva y está bien organizada. Y tiene poco o nada que ver con el contra-terrorismo.

El objetivo de la "superioridad" de la información

En una circular interna la NSA resume su visión, que es al mismo tiempo global y tremendamente ambiciosa: “La superioridad de la información”. Para lograr este dominio mundial, la agencia de inteligencia ha desarrollado diversos programas con nombres como “Dancingoasis”, “Oakstar” y “Prism”. Algunos de ellos están diseñados para prevenir ataques terroristas, otros luchan contra la entrega de armas, el tráfico de drogas y el crimen organizado. Pero hay otros programas, como “Blarney” y “Rampart-T”, que sirven a un fin diferente: el espionaje tradicional que tiene como objetivo gobiernos extranjeros.

La ONU y la UE aparecen en la lista como objetivos de espionaje, con temas como la estabilidad económica como principal preocupación. El foco, sin embargo, se centra en la política comercial y en la política exterior así como en la seguridad energética, productos alimenticios e innovaciones tecnológicas.

El espionaje a la UE no ha sido sólo una sorpresa para muchos diplomáticos europeos, que hasta ahora asumían que mantenían una relación amistosa con el gobierno de EEUU. Es también sorprendente porque la NSA ha lanzado el repertorio completo de herramientas de inteligencia y aparentemente lleva haciendo este acercamiento desde hace muchos años.

De acuerdo con una visión operativa de septiembre de 2010 calificada como “secreta”, los estadounidenses no sólo se infiltraron en la misión de la UE en la ONU en Nueva York, sino también en la embajada de la UE en Washington, dando al edificio situado en el corazón de la capital de América el nombre en clave de “Magothy”.

Según ese documento secreto, la NSA puso su objetivo en las misiones europeas de tres formas distintas:

  • Las embajadas en Washington y Nueva York fueron espiadas
  • En la embajada de Nueva York, los discos duros de los ordenadores fueron copiados
  • En Washington los agentes consiguieron infiltrarse en la red interna de los ordenadores

El infiltrarse en ambas embajadas de la UE aportó a los técnicos de Fort Mead una ventaja incalculable: les garantizaba un acceso continuo, incluso si temporalmente perdían el contacto con uno de los sistemas.

Las embajadas estaban conectadas a través de una red privada virtual (VPN). “Si perdemos el acceso a un sitio, podemos recuperarlo inmediatamente montando la VPN al otro lado” explicaron los técnicos de la NSA durante una presentación interna. “Hemos hecho esto varias veces cuando Magothy nos cerró la puerta”.

Cabe destacar que los sistemas de datos de las embajadas en EEUU se mantienen por técnicos de Bruselas; por lo tanto las embajadas de Washington y Nueva York están conectadas a la red más amplia de la UE. Pero no está claro si la NSA ha conseguido infiltrarse hasta niveles más allá de Bruselas. Lo que es cierto, sin embargo, es que tenían una gran cantidad de conocimiento de lo que ocurría en Bruselas; como demostraba un informe clasificado de 2005 sobre la visita del alto diplomático estadounidense  Clayland Boyden Gray en Fort Meade.

La justitificación de Obama

Hace sólo dos semanas, Obama lanzó una promesa al mundo: “Lo que quiero enfatizar es que no estoy interesado y la gente de la NSA no está interesada en hacer otra cosa que asegurarse de que podemos prevenir un ataque terrorista”, estas fueron las palabras de Obama durante una precipitada rueda de prensa organizada en la Casa Blanca el 9 de agosto. El presidente de EEUU dijo que el único propósito del programa era “obtener información antes de tiempo (…) para ser capaces de llevar a cabo esa tarea crítica”, y añadió: “No tenemos ningún interés en hacer otra cosa más que esto”. Después de estas declaraciones el presidente de EEUU voló a Martha’s Vineyard para iniciar sus vacaciones de verano.

La intervención de Obama ante la prensa fue un intento de justificar moralmente el trabajo de las agencias de inteligencia; de declararlas como un tipo de defensa de emergencia. Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, esta lógica ha sido la base para una amplia gama de nuevos programas de vigilancia.

Incluso incondicionales seguidores de Obama como la demócrata Nancy Pelosi, líder de la minoría en la Cámara de Representantes, están ahora cuestionando el trabajo de la agencia de inteligencia (NSA). Pelosi ha declarado que lo que ha leído en los periódicos es “alarmante”.

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