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Internacional

La constitución venezolana de 1999 no es la única moribunda

Hace 14 años, el 2 de febrero de 1999, cuando Hugo Chávez tomó posesión como presidente de Venezuela tras las elecciones de 1998 lo hizo con unas palabras que regresan hoy como una brisa agria. “Juro sobre esta moribunda Constitución”, dijo mientras posaba una mano sobre un volumen de la ahora derogada Carta magna de 1961,la misma que había regido la vida venezolana durante los últimos cuarenta años y que sería sustituida por una nueva tras el proceso constituyente de 1999. Esa misma constitución, la que fue votada y refrendada por el voto popular, es la misma que hoy comparte agonía con su predecesora. Al menos, a juzgar por los hechos, si no papel mojado, ésta se ha quedado en letra muerta.

Faltando dos días para el 10 de enero, la fecha que marca el final del periodo presidencial que comenzó el 10 de enero de 2007 y el día fijado para el comienzo del nuevo periodo constitucional que se inicia con "juramentación" del presidente elegido en las pasadas elecciones del 7 de octubre de 2012, la Asamblea Nacional de Venezuela autorizó al presidente venezolano a tomarse “todo el tiempo que necesite para recuperarse” de su cuarta operación de cáncer, de la cual se encuentra convaleciente en La Habana desde el 11 de diciembre. Al día siguiente, el Tribunal Supremo emplazó la decisión con su interopretación del artículo 231. 

La Asamblea, repaldada por el TSJ,  autorizó así oficialmente a Hugo Chávez a no acudir este jueves a jurar su cargo como presidente por tercer periodo consecutivo amparándose en una interpretación del artículo 231 de la Constitución según el cual, por tratarse de una reelección , el actual mandato se extiende de manera automática para la administración actual, 2013-2019, lo cual hace innecesaria la juramentación del cargo el 10 de enero, por considerarlo un formalismo que puede realizar más tarde.

Mientras parece que se espera a un fantasma, los partes médicos son erráticos. Es poca e imprecisa la información que ofrece el gobierno.

Mientras parece que se espera a un fantasma, los partes médicos son erráticos. Es poca e imprecisa la información que ofrece el gobierno –a través de comunicados oficiales, sin derecho a preguntas, ruedas de prensa o contraste alguno- sobre la salud del presidente venezolano, quien, tan dado a la figuración mediática, de encontrarse en una situación apta para la toma de decisiones, algún tipo de comunicación habría emitido. En Venezuela reina la incertidumbre. Los ciudadanos no saben si les gobierna un hombre vivo o muerto, moribundo o convaleciente. La autocensura de los medios de comunicación independientes reina, a excepción de las redes sociales, donde cobra verdadera fuerza la batalla informativa. Sólo a través de twitter puede obtenerse algo más que retahílas oficiales.

En medio de esta turbia situación, la oposición se mantiene firme al señalar la inconstitucionalidad de lo que acaba de hacer la Asamblea a través de la petición del vicepresidente de la República, Nicolás Maduro, y del presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, con el respaldo del Tribunal Supremo de Justicia. El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad, Ramón Guillermo Aveledo, en nombre de la "coalición democrática" que agrupa a la oposición, envió una carta al secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, para informarlo sobre la situación en Venezuela ante “la incertidumbre” que genera la salud del presidente Hugo Chávez en el país.

En la comunicación destacan que sin juramento, el mandatario nacional no estaría investido de su condición de Presidente de la República, lo que supone una falta que, según indica la Constitución de 1999, debe de ser cubierta por el Presidente de la Asamblea. Depende de la duración de ésa ausencia, ésta puede ser de un período de 180 días –temporal- o absoluta, por lo que tocaría convocar a elecciones. La ausencia del presidente Chávez el 10 de enero no se trata entonces, de una simple prórroga, a pesar de ello, el Tribunal Supremo minimiza las consideracionespor considerar que se trata de la cotinuidad del mandato.

“En caso de que el presidente electo no pueda acudir ese día a la juramentación por razones relacionadas con su enfermedad no puede existir un vacío y por tanto debe encargarse temporalmente de la Presidencia de la República el presidente de la Asamblea Nacional, a quien corresponde constitucionalmente”, insiste la oposición en su carta a la OEA. Asimismo, la oposición rechaza la tesis oficialista sobre la continuidad de la gestión de Hugo Chávez al frente del Ejecutivo nacional por tratarse de un presidente reelecto. “Sin el juramento constitucional no está investido de su condición de Presidente de la República, por lo que no es posible iniciar el ejercicio de sus funciones”, afirma.

“Sin el juramento constitucional no está investido de su condición de Presidente de la República"

Ya Chávez tomó juramento como Presidente reelecto en 2006. Los diputados, gobernadores, alcaldes y concejales, aunque hayan sido reelegidos, también deben tomar juramento antes de empezar sus nuevos períodos. La Constitución de 1999 no excluye de ese requisito a los funcionarios reelectos, por tanto supone obligación constitucional la presencia de Hugo Chávez el 10 de enero.

Avanzan los días, llega el 10 de enero y la situación adquiere una solución ad hoc. La incertidumbre aumenta en las calles venezolanas. La escasez de productos, el desabastecimiento, la delincuencia –el año 2012 murieron 22.000 ciudadanos a manos del hampa- y el fantasma de una nueva devaluación amenazan el poder adquisitivo de los ciudadanos, que pagan por el dólar en el mercado negro cuatro veces el valor que tiene su cambio oficial. La sensación de desgobierno se acentúa, cada día más.

Entretanto remata el escenario el secreto a voces de un enfrentamiento entre las facciones del chavismo: el vicepresidente Nicolás Maduro –quien proviene de los sectores sindicales, representa el ala civil del chavismo, más afín a la fuerte influencia cubana-, el cual fue ungido públicamente por Hugo Chávez antes de su partida a La Habana, y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional –relacionado con el poder militar y más alejado del eje de La Habana- y ficha fuerte del régimen.

En el centro de toda esta polémica resplandecen dos temas: la validez constitucional del procedimiento con el que se pretende postergar su juramentación y por otro lado la gobernabilidad del país. En el tiempo que Hugo Chávez permanece en La Habana, ¿quién gobierna? ¿El Vicepresidente a través siguiendo indicaciones? ¿El presidente reelecto, Hugo Chávez, realmente está en plenitud de facultades para seguir ocupando el cargo? A pesar de la solicitud de la oposición de la creación de una comisión médica que evalúe su estado, hasta ahora no hay informaciones que puedan permitir una conclusión certera.

Nada está, por decirlo, refrendado. No existe información sobre la salud de Hugo Chávez. Tampoco una fecha o un horizonte para su regreso. Su falta, no se sabe, podría ser temporal o definitiva y sin embargo no se han apelado los mecanismos constitucionales contemplados para ello. Hace 14 años, Hugo Chávez juró sobre la que él llamó una constitución moribunda, la actual sin embargo acompaña a su predecesora en la agonía del incumplimiento. Mientras el país está en suspenso, en sus páginas sólo hay quienes leen letra muerta.

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