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Internacional

Michelle Obama y Ann Romney: duelo de primeras damas en la lucha por la Casa Blanca

Las mujeres de los candidatos se han convertido en un pilar fundamental de la última campaña electoral en Estados Unidos. Michelle Obama, la actual primera dama, y Ann Romney, la esposa del candidato republicano, han irrumpido en el panorama político estadounidense, rivalizando con sus maridos y, en algunas ocasiones, hasta superándolos.

Los responsables de campaña de Barack Obama y Mitt Romney han encontrado un filón en sus mujeres y han sabido explotarlo. La población las acepta, las respeta y las quiere. Y ellas lo saben, por eso no han dudado en lanzarse a esta campaña electoral paralela para apoyar a sus maridos en la lucha por la presidencia del país más poderoso del mundo.

Michelle Obama y Ann Romney han participado en la campaña electoral desde las convenciones de los partidos demócrata y republicano, dando incluso sus propios discursos, como si de figuras políticas de primera línea se tratara. Estas dos mujeres están llevando a cabo una labor de comunicación fundamental, concediendo entrevistas, apareciendo en los tres debates electorales retransmitidos por televisión, pidiendo el voto y siguiendo su propia agenda de actos de campaña.

Los votantes prefieren a Ann y Michelle

Las 'candidatas' a primera dama ya son más populares que sus maridos. Según una encuesta del Washington Post publicada a mediados de octubre, el 67% del electorado tiene una opinión positiva de Michelle Obama, frente al 55% de su marido. En el matrimonio Romney, la diferencia es similar: el 56% valora positivamente a Ann, mientras que el porcentaje de Mitt baja hasta el 47%.

Estas cifras, además de poner de manifiesto que los votantes prefieren a las esposas que a los candidatos a la presidencia, muestran que la mujer del candidato republicano, la menos valorada de las dos, es más popular entre los estadounidenses que el propio presidente de los Estados Unidos de América, aunque sólo sea por un punto porcentual de diferencia.


Fuente: The Washington Post

Los internautas también se han rendido a los pies de las primeras damas. Las dos tienen cuentas en Facebook, Twitter y Pinterest. La señora Obama supera los dos millones de seguidores en Twitter y cuenta con 8,6 fans en Facebook. Los datos de Ann Romney son más discretos: algo más de 400.000 fans en Facebook y unos 160.000 seguidores en Twitter.

Dos personalidades opuestas

La actual primera dama comenzó con un papel discreto pero con el paso del tiempo se ha convertido en una figura política fundamental. Michelle ha sabido mantenerse al margen de las polémicas y se ha centrado en causas populares, que le han hecho ganarse el cariño de los electores.

Su cercanía y su discreción son los puntos clave de la popularidad de esta abogada de 48 años de Chicago. Michelle se crió en un barrio pobre pero supo llegar a lo más alto con esfuerzo y fuerza de voluntad, algo que valoran mucho los estadounidenses. Estudió Sociología y Derecho en Princeton y Harvard y después desarrolló su carrera profesional en un prestigioso bufete, donde conoció a su actual marido.

Frente a la imagen de mujer fuerte y trabajadora de Michelle Obama, Ann Romney, de 63 años, transmite una imagen más hogareña y tradicional. Ama de casa, madre y abuela, es la esposa republicana perfecta y el mejor complemento para la imagen fría y distante de Mitt Romney, con quien lleva 40 años casada.

Defensora de los valores familiares y religiosos, Ann procede de una familia acomodada y ha sabido conectar con el electorado más conservador. Aunque siempre ha gozado de una buena situación económica también es una luchadora: superó un cáncer de mama en 2007 y se enfrenta cada día a la esclerosis múltiple, enfermedad que le fue diagnosticada en 1998 y que le obliga a llevar una vida relajada, cosa que parece incompatible con una campaña electoral.

Estas dos mujeres y sus tan diferentes vidas y personalidades han sabido encajar a la perfección con los valores de los dos partidos norteamericanos. Al transmitir una imagen más cercana que sus maridos, constituyen el complemento perfecto a la calma y frialdad que en todo momento deben mostrar los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Sin duda los responsables de campaña han sabido cómo hacer que una primera dama sea un simple accesorio.

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