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El exGAL convertido al yihadismo planeaba inmolarse en un autobús en Segovia

Daniel Fernández Aceña en el momento de ser detenido por la Guardia Civil.

El auto es una prolija exposición de la paulatina radicalización de Daniel Fernández Aceña a través de las redes sociales, fundamentalmente Facebook, Twitter y Badoo, en las que ponía de manifiesto su simpatía por todo lo que representan los grupos de corte yihadista belicista. El documento judicial recoge que había mostrado ante distintas personas su intención “de cometer un acto suicida en nombre de una organización terrorista yihadista, pudiendo inferirse que uno de los lugares por los que se hubiera interesado para realizar una acción violenta fuera uno de los numerosos sitios turísticos de la localidad segoviana”. Una inmolación que le permitiría su “entrada directa en el paraíso”, ya que no quería “morir en la cama”. Los agentes de la Benemérita consideran que en Fernández Aceña se dan “indicadores y perfiles” propios de lo que los servicios antiterroristas consideran “lobos/actores solitarios” que podrían atentar por sí solos.

Los investigadores del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC) que han llevado a cabo la operación sostienen que Fernández Aceña estaría “trabajando” para una organización yihadista no concretada, según se concluye de una conversación telefónica intervenida, en un fragmento de la cual hace alusión a que ha realizado “cosas” para organizaciones en diferentes países extranjeros, “hablando incluso de que en esos ‘trabajos’ ha tenido que pegar algún tiro”. En otro momento de la charla el detenido alude a que él “está sujeto a donde le manden”, y reconoce que ha estado viviendo en Afganistán y tiene vetada la entrada en Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia y Francia. De una segunda intervención telefónica los investigadores llegan también a la conclusión de que Fernández Aceña habría estado en zona de conflicto armado, donde habría mantenido contacto con combatientes.

La Guardia Civil sospecha que pertenecía a alguna organización terrorista de corte yihadista para la que había tenido "que pegar algún tiro"

Los agentes SIGC, que llevaban meses sometiendo a vigilancia al detenido comprobaron a través de las mismas que el investigado mostraba un retraimiento social, limitando sus relaciones a personas que compartían su punto de vista radical, “siendo escogidas únicamente las adeptas a su modo de vida salafista”. Entre estas personas había captado a un individuo con problemas de toxicomanía y antecedentes por delincuencia común, sin trabajo conocido, cuya identidad se corresponde con las iniciales Tomás C.G., en cuyo domicilio se incautaron 3.851 gramos de la sustancia estupefaciente conocida como MDMA, “que excede notablemente la cantidad que puede ser destinada al autoconsumo”. Motivo por el que fue igualmente detenido e ingresado en prisión.

El auto judicial señala que la conversión al Islam de Fernández Aceña “queda manifiesta como consecuencia de abandonar su vida anterior de pecado occidental y adaptarse a un modo de vida más acorde con la interpretación rigorista del Islam, llegando incluso a repudiar a las mujeres occidentales, al no seguir su misma interpretación radical”. Del análisis del uso que hacía de Internet y de las redes sociales los investigadores han comprobado también que tenía un marcado interés por consultar noticias relacionadas con el conflicto sirio-iraquí, así como actividades y acciones protagonizadas por diferentes organizaciones terroristas de carácter salafista, habiendo llegado a una “radicalidad cada vez más patente, intensificándose tras los últimos atentados terroristas perpetrados por la organización terrorista Daesh (Estado Islámico) en suelo europeo”. “El  investigado –dice el auto- elogiaba estas acciones, mostrándose abierto a las tesis expuestas por los extremistas, aludiendo al paraíso al que se dirigían los mártires”.

Fernández Aceña fue condenado en 1985 a 29 años y 10 meses de prisión por el asesinato del ciudadano francés Jean Pierre Leiba, a quien confundió con un miembro de ETA

Daniel Fernández Aceña fue condenado en 1985 por la Audiencia Nacional a 29 años y 10 meses de prisión por el asesinato en Hendaya (Francia) del ciudadano francés de Jean Pierre Leiba, a quien confundió con un miembro de ETA. Fernández Aceña formaba entonces parte del comando Jaiztubia de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que en la década de los ochenta operaron en el País Vasco y, sobre todo, en el sur de Francia contra miembros de la banda terrorista ETA. La sentencia fue confirmada tres años después por el Tribunal Supremo. Su condena y la de Mariano Moraleda, con quien perpetró el crimen, fue la primera que reconoció a los GAL como banda armada. Tras doce años en prisión fue clasificado en tercer grado penitenciario en julio de 1996 y en octubre de ese mismo año consiguió la libertad condicional. En 2004 logró la libertad definitiva.

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