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“Populismo” es la palabra del año 2016 para la Fundéu

“Populismo” es la palabra del año 2016 para la Fundéu.

Ni “bizarro”, ni “cuñadismo” ni  “vendehúmos”. Al final, la palabra del año 2016 para la Fundéu ha sido “populismo”, un vocablo muy ligado a la terminología política, “que está viviendo un proceso de ampliación y cambio de significado, cargándose de connotaciones a menudo negativas”, según ha explicado el coordinador de la Fundación del Español Urgente, Javier Lascuráin.

El responsable de la Fundéu, una entidad que vela por el buen uso del español, principalmente en los medios de comunicación, ha señalado que “parecía claro que en un año tan político como este, con acontecimientos de importancia global como el ‘brexit’, la victoria electoral de Donald Trump y los diferentes procesos electorales y plebiscitarios en América y España, la palabra del año de Fundéu tenía que venir de ese ámbito”.

De hecho, varias de las doce palabras candidatas que se anunciaron hace unos días estaban relacionadas con la política: “sorpaso”, “abstenciocracia”, “posverdad” y la ganadora, “populismo”.

La evolución de la palabra “populismo” hacia connotaciones negativas se ha acelerado en los últimos tiempos, cuando tradicionalmente tenía un significado próximo a “popular”.

“A lo largo de los últimos meses”, ha indicado Lascuráin, “hemos recibido muchas consultas sobre el significado real de ‘populismo’, ya que parece evidente que el uso que se le da en los medios y en el debate político va más allá de la simple defensa de los intereses populares que mencionan, con distintos matices, la mayoría de los diccionarios”.

“Ese es uno de sus sentidos, aunque seguramente el que menos se use en la actualidad. También hay quienes prefieren definirlo como la tendencia política que pretende devolver el poder a las masas populares frente a las élites”, aclara el responsable de la Fundéu.

En la actualidad, los medios de comunicación utilizan el término con una visión negativa que se aplica a políticos de todas ideologías, pero que tienen en común la “apelación emotiva al ciudadano y la oferta de soluciones simples a problemas complejos”, concluye Lascuráin.

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